Las empresas extranjeras instaladas en la región metropolitana de Barcelona están mayoritariamente satisfechas de su ubicación, pero consideran necesarias más inversiones en infraestructuras y un mejor trato fiscal.
Éstas son algunas de las conclusiones del sondeo realizado por Deloitte por encargo de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona.
De las 2.567 empresas extranjeras instaladas en Barcelona, DMR recibió la opinión de una muestra de 565. El grado de satisfacción de éstas aumentó hasta el 97%, tres puntos más que en el anterior sondeo realizado en el 2001.
El diagnóstico de las asignaturas pendientes de la competitividad se centra en la necesidad de mejorar el transporte por carretera, el puerto y el aeropuerto. En segundo lugar figura la demanda de un marco fiscal más favorable.
Del sondeo se desprende que el nuevo rumbo industrial que las administraciones pretenden empieza a lograrse. A pesar del elevado peso de compañías de sectores industriales maduros, los costes laborales y de producción no son una preocupación de primer orden.
El conseller de Treball i Indústria, Josep Maria Rañé, rechazó las inversiones que buscan "sueldos de hace 20 años". Según el sondeo, sólo una pequeña parte de las empresas, un 3%, que coincide con las insatisfechas, dan relevancia a los costes. En ese grupo estarían las fábricas con más riesgo de cierre por traslado de la producción a otros países.
Sin embargo, los costes de producción importan más en la valoración general que la colaboración de las empresas con las universidades, la facilidad para atraer profesionales extranjeros y la existencia de centros tecnológicos especializados.
Para las empresas extranjeras, el área de Barcelona es, más que una plaza de investigación y desarrollo o una ubicación idónea para instalar fábricas, un polo de atracción para negocios relacionados con el márketing comercial, centros logísticos y de servicios compartidos, como la contabilidad y la atención al cliente.
El segundo teniente de alcalde de Barcelona, Jordi Portabella, destacó que el objetivo es conseguir una "ciudad laboratorio" de la que surjan ideas creativas. Entre los puntos débiles de las filiales de multinacionales se encuentra el reducido peso de éstas en la facturación global, lo que influye en su escasa influencia en las decisiones estratégicas de las matrices.