El 70 por ciento de los españoles nunca ha pensado lanzarse a la creación de su propia empresa, el porcentaje más elevado registrado entre los ciudadanos de los veinticinco países de la Unión Europea.
El espíritu empresarial está escasamente más desarrollado en Bélgica, donde un 68 por ciento de la población también reconoce que la idea no se le ha pasado por la cabeza, en Malta (67 por ciento), Francia (66 por ciento) y en Suecia (64 por ciento).
La media de ciudadanos que nunca ha pensado en establecerse por su cuenta
es del 59 por ciento en los quince Estados a los que se limitaba la UE hasta el momento de su ampliación a los países del Este la pasada primavera, cifra que descienhasta el 57 por ciento si la media incluye a los diez nuevos socios. Estos datos figuran en el eurobarómetro sobre el espíritu empresarial, presentado ayer por la Comisión Europea, y que constituye una herramienta estadística que demuestra una de las razones por las que la economía en el Viejo Continente crece con menor dinamismo que en la otra orilla del Atlántico.
La encuesta, realizada sobre 21.051 personas de la UE, EEUU, Islandia, Liechtenstein y Noruega entre el 12 y el 29 de abril de 2004, muestra que los estadounidenses están mejor dotados en lo que se refiere al espíritu emprendedor, puesto que sólo un 44 por ciento de ellos dice no haber considerado nunca la posibilidad de crear su propia empresa.
Contradicción
El hecho de que los españoles no hayan pensado en convertirse en empresarios no se corresponde con que no deseen ser sus propios jefes, sino más bien con que más allá de los deseos no se pasa a la acción. Así, el porcentaje de los españoles que preferirían ser autónomos (56 por ciento) es superior al de los que prefieren estar en nómina (34 por ciento), una situación inversa a la registrada en el conjunto comunitario, donde un 51 por ciento de los europeos dice preferir la seguridad de una nómina y sólo un 45 por ciento la libertad de trabajar por su cuenta.
A los estadounidenses les gusta tan poco como a los españoles ser asalariados (sólo el 34 por ciento lo prefiere), pero son más atrevidamente partidarios de la autonomía que los europeos (61 por ciento). Entre las razones que más enfrían los ánimos de los europeos para lanzarse al mundo de los negocios destaca el miedo al fracaso. El 50 por ciento de los europeos citan esta razón como freno a sus sueños empresariales, frente al 33 por ciento de los norteamericanos.