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Franquiciar, alternativa para crecer

Redacción FyN

Quien tiene un negocio probado y rentable posee un activo muy valioso por que puede rentabilizarlo a través de la franquicia. La franquicia permite a una empresa competir con las grandes marcas multinacionales sin necesitar una gran inversión de capital. La franquicia tiene la propiedad de hacer competitivos a los pequeños empresarios individuales con las multinacionales, y lo mejor del caso es que hace competitivo tanto al franquiciador como al franquiciado. Con la franquicia el franquiciador obtiene volumen, baja costes, gana cuota de mercado, llega a otros territorios, crece deprisa y cuenta con un capital humano extremadamente comprometido y fiel pero sobre todo, construye su marca gracias a la inversión que hacen los franquiciados al desarrollar sus negocios  localmente.
Al franquiciado le permite entrar en un negocio sin tener que incurrir en el riesgo de inventárselo (lo que supone evitar el 80% de probabilidades de fracaso); de invertir tiempo y dinero en el desarrollo del concepto; de aprovecharse de las economías de escala que le confiere el pertenecer a una cadena que dispone de unos servicios y funciones centrales. Esta combinación ha hecho que la franquicia entre en muchos sectores y  acabe por imponerse en todos en los que entra. Hoy en día ya no solo franquician pequeños empresarios con un modelo excelente de negocio, sino también grandes organizaciones multinacionales como entidades financieras, fabricantes de alimentación de gran consumo, industriales, fabricantes de automóviles y un largo etcétera.

Probar el negocio para tener éxito
Quien tiene un negocio probado, tiene un gran activo. El empresario que lo ha desarrollado ha tenido que soportar un riesgo muy fuerte, afrontar una gran inversión en diseño del negocio y recorrer un largo y duro camino hasta que ha dado con el cocktail del éxito.
Se tarda mucho tiempo en tener el modelo de negocio suficientemente afinado y equilibrado para que sea rentable y competitivo. Para conseguirlo se han de dejar atrás innumerables horas de sufrimiento y trabajo hasta llegar a dar con la correcta cartera de productos, con el justo nivel de precios, con los proveedores adecuados, mejorar las operaciones para reducir los costes y mejorar el servicio al cliente. Este tiempo que se tarda en tener el negocio preparado desde cero es una inversión altísima y por lo tanto tener acceso a este saber hacer o ‘know how’ tiene un gran valor para cualquier persona que quiera entrar en el negocio. Si analizamos la inversión necesaria que ha realizado el empresario para desarrollar el negocio veremos que hay dos tipos de costes en los que ha incurrido por su naturaleza: los costes de diseño de la primera unidad y los costes directos de abrir una  unidad.

Los costes de diseño
Son aquellos en los que solamente se incurre en el desarrollo de la primera unidad, y que nos ahorraremos cuando se abran las siguientes. Por ejemplo, los costes de diseño de la imagen corporativa: la  marca, el logotipo, el proyecto de decoración; los costes de diseño del surtido de producto: búsqueda de proveedores, asistencia  a ferias, búsqueda de productos, lanzamiento y prueba de nuevos productos, eliminación de productos fiasco, ampliaciones de gama, reducciones de gama, cantidad a tener en stock de cada referencia, selección de las familias de productos, de peso relativo; costes de determinación de los niveles de precio; coste de desarrollo de las operaciones; costes de desarrollo del sistema de ventas; costes de desarrollo del software; costes de desarrollo del sistema de administración;

Costes directos
Van ligados a montar un nuevo centro del negocio una vez que ya se tiene desarrollado el concepto y se han eliminado los errores iniciales. Algunos costes directos típicos, son por ejemplo: el mobiliario; la obra civil; las máquinas; el Stock inicial; el capital de trabajo del centro (salarios de apertura, depósitos,...). Para valorar justamente la inversión de desarrollo de un modelo de negocio debemos considerar el factor riesgo inherente en una nueva empresa no franquiciada. Solamente uno de cada cinco proyectos empresariales que nacen han sobrevivido al quinto año desde su fundación. De ahí que la apuesta por la franquicia crezca.

Rentabilizar el negocio
El empresario que ha conseguido un modelo de negocio que funciona bien, realizando una fuerte inversión y asumiendo un alto riesgo, tiene un activo valioso. Llegado a este punto, ¿por qué no amortizar la inversión duplicando este modelo varias veces? La franquicia permite, por una reducida inversión adicional, rentabilizar este valioso activo mediante la reproducción del negocio. La diferencia entre el coste de desarrollo del negocio que tendría cualquier inversor que entre en el sector por su cuenta y el coste directo de abrir un establecimiento con la ayuda del franquiciador es el margen que el franquiciador puede cobrarle al franquiciado. Lo interesante es que el franquiciador traslade al franquiciado, en parte, el ahorro que consigue. El empresario que ha invertido en el diseño de un modelo de negocio, tiene la oportunidad ante sí de rentabilizarlo a base de reproducirlo más veces, ya sea vía centros propios o mediante la concesión de franquicia.