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Otras opciones a la masterfranquicia

Conoce las leyes para franquiciar fuera de nuestro país

Mariano Palacios

Para acometer la expansión internacional de una franquicia, se puede optar por la figura de la masterfranquicia. Pero también existen otras opciones que, en función del mercado en cuestión y de los objetivos de expansión de la empresa, serán más convenientes.

En los últimos años, el sistema de franquicia ha sido un punto de referencia constante para las empresas a la hora de buscar una forma idónea de expansión y fortalecimiento de los canales de distribución de la empresa con el fin último de incrementar la comercialización de los productos y servicios.
La ampliación y consolidación de la Unión Europea, los vínculos históricos y culturales con el continente americano y, en general, el fenómeno ‘globalizador’ han traído como consecuencia que sean cada vez son más los franquiciadores españoles que deciden llevar su expansión más allá de nuestras fronteras, lo que inevitablemente obliga a tener en cuenta ciertas circunstancias específicas de la contratación internacional.

Resulta imposible acometer en este espacio un análisis en profundidad de los elementos que se ven afectados por la “internacionalización” de la relación, pero sí queremos aclarar una cuestión que, en no pocas ocasiones, genera confusión.
Efectivamente, se viene asociando expansión internacional con el concepto de franquicia maestra o –como se denomina comúnmente- “masterfranquicia”; de modo que el empresario que pretende extender su red en el extranjero inevitablemente piensa en la masterfranquicia.
Ahora bien, aunque en ocasiones sí será conveniente optar por esta figura, en la que un partner o socio extranjero adquiere ciertos derechos y asume la obligación de desarrollar la red en el país de referencia ajustándose a unas condiciones (pagos, calendario de aperturas, etc...), en otras no será necesario acudir a tal fórmula.
 

Así, por ejemplo, si lo que se pretende es abrir un determinado número de puntos de venta en un país europeo, lo que probablemente resulte más adecuado sea encontrar franquiciados; o a lo sumo uno o más  inversores que acometan tales aperturas (multifranquiciado); no un masterfranquiciado.
En el otro extremo podríamos pensar en el caso de querer expandir la red en un país distante o con el que existan grandes divergencias de régimen jurídico (por ejemplo extremo oriente, países árabes, etc) en el que lo más interesante quizá sea buscar un socio local de confianza (Masterfranquiciado) al que otorgar los derechos de marca y la exclusiva territorial para que dicho sujeto conocedor del mercado acometa la expansión cierta libertad.

Nótese que en el primer supuesto, el franquiciador abre puntos de venta de un modo similar al que lo haría en España, con las inevitables adaptaciones contractuales: idioma, toma en consideración del derecho imperativo del país, previsiones especiales en materia de resolución de conflictos, etc); sin que ello impida al Franquiciador abrir puntos de venta propios, contratar con otros franquiciados, ejercer sus derechos y, en definitiva, mantener un intenso control sobre la red extranjera.
Por el contrario, la masterfranquicia implica en la generalidad de los casos la cesión “en bloque” del territorio de que se trate cediéndolo por un periodo de tiempo importante durante el cual el Franquiciador ve muy limitadas sus facultades de control. Asimismo, las relaciones jurídicas y económicas con un Masterfranquiciado que, a su vez, creará su propia red serán inevitablemente más complejas desde una perspectiva jurídica, pese a que después será necesario un menor esfuerzo y control en tanto en cuanto el máster llevará a cabo la práctica totalidad de las funciones propias del Franquiciador.

En consecuencia, el franquiciador tendrá que analizar con carácter previo el modelo de expansión internacional que más le convenga en cada en caso atendida su capacidad de control, logística y de gestión de red y, posteriormente decantarse por el modelo de relaciones que corresponda.