Todas las empresas acumulan experiencia y conocimiento a lo largo del tiempo, siendo este un activo fundamental para su éxito. Para una empresa franquiciadora, que basa su expansión en la transmisión de un know-how y la cesión de una marca, es esencial conseguir transmitir de forma eficaz y eficiente ese saber hacer a sus franquiciados.
El conocimiento es un activo estratégico muy valioso, probablemente el más valioso que tienen muchas empresas, ya que es el único que no se puede comprar en el mercado. La capacidad de transmitir de forma racionada, ordenada, asimilable y evaluable todo ese conocimiento, requiere de una planificación y organización mucho más allá de la improvisación. Por ello es preciso realizar un plan de formación, teniendo en cuenta las especificidades que presenta la franquicia.
La particularidad de formar a un franquiciado
Para realizar un plan de formación a franquiciados, lo primero que debemos hacer es entender la diferencia que tiene este tipo de formación respecto de otras acciones de formación que hayamos realizado con anterioridad a empleados de la central franquiciadora. Las particularidades básicas de la formación a franquiciados son:
• El franquiciado puede no tener ninguna experiencia previa en el sector, con lo que debemos explicarle todo desde el principio. Además es posible que no tenga formación académica y tampoco que esté acostumbrado a asistir a cursos formativos, con lo que desconocemos sus habilidades de aprendizaje o los métodos que mejor le resultan.
• El franquiciado debe ser formado sobre el modo de ser empresario, y esto es, debemos formarle sobre el modo de seleccionar y formar a su personal, entre otras cosas.
• La formación es intensiva, ya que el franquiciado normalmente se desplaza a la central y esto le supone muchos costes e incomodidad personal al estar lejos de su familia y entorno. El tiempo empleado debe ser suficiente para formar bien, pero sin ineficiencias ni redundancias, ya que cada día cuenta.
• El franquiciado ha desembolsado una importante cantidad de dinero, y uno de los principales y primeros impactos de valor llegan con el curso de formación, con lo cual sus expectativas serán elevadas, tanto como su incertidumbre.
Por lo tanto, y resumiendo de forma pragmática, debemos formar sobre el modo de ser empresario a una persona que se encuentra en una situación de incertidumbre, con elevadas expectativas, incómoda, exigente, sin experiencia y además en un tiempo record. Definitivamente, intentar esta formación sin realizar un Plan de Formación, es una buena forma de empezar mal.
Como realizar el plan de formación
Una vez tenemos claro el perfil y situación de la persona objeto de la formación, debemos aclararnos en una serie de puntos para poder construir un plan de formación, que de forma resumida podemos decir que son:
• Definición de objetivos generales y específicos de la formación.
• Identificación de contenidos.
• Definición de la estructura del programa.
• Definición de las estrategias de formación.
• Establecimiento del sistema de evaluación de la formación.
Definir los objetivos generales y específicos de la formación
Para realizar un plan debemos tener un objetivo. Se deberá formular un objetivo general, relativo a aspectos como el tiempo o el nivel de entrenamiento óptimo que debe alcanzar el franquiciado, y un objetivo específico por cada una de las funciones específicas en que se instruirá al franquiciado, incluyendo:
• condiciones de ejecución: refiriéndonos a una descripción de las circunstancias concretas en que el franquiciado desempeñará las funciones aprendidas.
• criterios de desempeño: que consisten en una identificación de los factores que confirman que una actividad ha sido aprendida y realizada de manera correcta.
Identificación de contenidos
En esta fase es preciso definir las capacidades profesionales (principales funciones a realizar) que los franquiciados deberían poseer con el objeto de lograr niveles de desempeño compatibles con el exigente nivel de responsabilidad que tendrán.
Cada una de estas funciones puede ser desglosada en elementos simples, los cuales requieren, para su ejecución, de un conjunto definido de conocimientos, destrezas y/o actitudes. A partir de ahí, deberemos identificar los contenidos significativos de la formación para cada una de las funciones que debamos transmitir. Los contenidos que serán tratados se derivan de los objetivos específicos que hayamos formulado.
Definición de la estructura del programa
Para definir la estructura de la formación, deberemos aclararnos en la secuencia y distribución por materias del tiempo de formación. En definitiva deberemos hacer una agenda detallada asignando contenidos y tiempos, para luego completar con métodos y asignación de formadores.
Con el fin de dar a los contenidos un ordenamiento secuencial adecuado, es necesario tener en cuenta los posibles condicionamientos que puedan existir entre los diferentes contenidos, en el sentido de que para adquirir ciertos conocimientos sea preciso haber aprendido otros previamente, limitándonos esto en la organización de la agenda. Con el fin de asignar el tiempo a cada materia, deberemos basarnos en las siguientes variables:
• La dificultad o complejidad relativa que presenta el aprendizaje de las diferentes materias.
• La capacidad de aprendizaje y el nivel de conocimientos previos del franquiciado (si lo conocemos o podemos aventurarnos a estimarlo).
• La disponibilidad de recursos del programa y el tiempo máximo de formación previsto.
Seleccionar las estrategias de formación
Conjuntamente con la estructura, se habrán de definir las modalidades o ‘forma de entrega’ de los contenidos, métodos didácticos y los medios. Se deberá indicar para cada tema a desarrollar los métodos didácticos y los medios didácticos.
Es importante que se tenga en cuenta el tiempo y el costo que supone la producción de este tipo de medios.
Sistema de evaluación de la formación
Uno de los aspectos más descuidados en la formación es la evaluación del resultado. Para decidir si un franquiciado a superado satisfactoriamente el curso de formación y está capacitado para incorporarse a la marca, deberemos indicar antes de comenzar los tipos de instrumentos de evaluación (preguntas, ejercicios prácticos, simulaciones, observación, etc.) que podrán ser utilizados para evaluar el aprendizaje de cada objetivo específico.
Igualmente deberemos tener pensado un sistema de evaluación que pueda agregarse y así evaluar el resultado del curso en su conjunto.
Para que los formadores puedan hacer esta evaluación de forma ágil, objetiva y medible, se deberán producir los instrumentos de evaluación que serán utilizados durante el curso, al finalizar, e incluso durante los primeros compases de funcionamiento del franquiciado en su propio local.
Conclusión:
Sin una buena formación es imposible que se mantenga homogénea la imagen y calidad de marca de una cadena, y nos referimos tanto a la formación directa de franquiciados y encargados como a la formación que a su vez éstos dan a sus empleados.
Un planteamiento serio de expansión y calidad de marca nos lleva a la necesidad de planificar cuidadosa y técnicamente la formación dentro de los parámetros de tiempo que el lanzamiento de un negocio franquiciado requiere.
Para ello es preciso realizar un plan de formación, similar al que podamos tener diseñado para la plantilla de la empresa, pero adaptado a las inusuales características que tiene la formación en la franquicia.
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