La distancia social, el teletrabajo y las mascarillas han afectado nuestro día a día y han cambiado todo lo que considerábamos prioridades, pero ¿realmente hemos dejado de preocuparnos por nuestra piel? Tras varios meses luchando contra la Pandemia ¿Ha caído la demanda de los tratamientos estéticos? ¿seguimos invirtiendo tiempo y dinero en cuidar nuestro rostro? Nos lo explica Juan Carlos Meza. Director de expansión de BE BEAUTY.
El uso de la mascarilla se ha convertido en el símbolo por excelencia de la “nueva normalidad” impuesta por el coronavirus. Todo apunta que no nos desprenderemos de ella en una buena temporada. Se trata de una de las normas básicas de prevención contra la COVID-19. Pero nuestra piel apenas empieza a acostumbrarse a ellas.
Uno de los efectos colaterales de su uso continuado es lo que se conoce como “maskné”, o “acné por mascarilla”. El cual es un tipo de acné mecánico producido por la fricción y roce que se produce contra la piel, provocando microroturas por la cuales entran las bacterias y ácaros, alterando el microbioma cutáneo; favoreciendo así la aparición de granos, rojeces o descamación.
Además, la mascarilla produce un efecto oclusivo generado por la concentración de CO2. consiguiendo una menor transpiración, acumulación de humedad, impidiendo que las células se oxigenen adecuadamente.
Desde BE BEAUTY hemos sido conscientes de esta necesidad, por ello hemos lanzado un nuevo tratamiento que regenerador que estimula la síntesis de elastina y colágeno, ayudando a nuestra piel a regenerarse y autorregularse. Este nuevo tratamiento se complementa con los ya existentes, consiguiendo una sinergia entre ellos.
BE BEAUTY se caracteriza por adelantarse a las tendencias del sector, ofreciendo una respuesta rápida y concisa a las demandas del mercado, somos la franquicia de estética rentable que más servicios ofrece del mercado. Comenta el director de expansión.