Franquiciar cuesta dinero. Contrariamente a lo que se pueda llegar a pensar, una estrategia de franquicia es una estrategia de expansión y, como tal, supone una inversión y rentabilización de esa inversión a medio y largo plazo. Cómo distribuir acertadamente los costes es lo que nos proponemos aquí.
¿Qué me va a costar? ¿Cuánto tardaré en reponer la inversión realizada? y ¿qué rentabilidad obtendré? Estas son las preguntas que todo empresario se plantea antes de emprender el camino de la franquicia como expansión para su negocio. El objetivo que se persigue con una red de franquicias está claro: ser rentables. Para ello, invertir correctamente, definiendo bien desde el principio los pasos necesarios a la hora de efectuar las partidas -para no dejar nada a la improvisación- es una garantía.
Hay que tener muy claro que franquiciar cuesta dinero, aunque menos que abrir establecimientos propios, ya que el franquiciado aporta parte del desembolso económico y el esfuerzo.
Deshechar falsas creencias
Sin embargo, antes de empezar tampoco está de más desechar ciertas creencias erróneas. Por ejemplo, la tendencia a creer que, con lo que aporta el franquiciado se sufragarán los gastos de la expansión. Craso error de cálculo que puede costarle muy caro al franquiciador. Las cadenas de franquicias no son perfactemente rentables hasta que crecen y es inviable achacar a los cánones que debe abonar el nuevo franquiciado los costes de la expansión. Por ello, el franquiciador debe estudiar desde el principio a partir de qué punto el franquiciado le ayuda a franquiciar la cadena y cuántos deben conformar la red para ser rentables.
Proyecto de nuevo franquiciador
Preparar el negocio para franquiciar es la base sobre la que se construirá el resto de peldaños de la expansion en franquicia. El desembolso económico en esta etapa se centra en la estructuración del proyecto, el desarrollo de las estrategias del mismo, en preparar las herramientas de cara a explicar el concepto de negocio y en sentar sus bases y objetivos. Es decir, los dossieres comerciales, los manuales de franquicia, formación, contratos... todo lo concerniente al material corporativo y a los aspectos de relación entre franquiciador y franquiciado deben quedar claros desde el principio. Aquí no se debe escatimar esfuerzo. Se puede optar por planificar uno mismo todo el proceso, con todo el gasto de tiempo y esfuerzo que conlleva o ayudarse de los servicios de asesores externos especializados con lo que se empleará menos tiempo y dinero. De hecho, los asesores externos aportan toda su experiencia y profesionalidad acumulada.
Crecimiento de la red
Tras la preparación podemos empezar a incorporar franquiciados a la red. Es el proceso de expansión en si mismo. Y consiste básicamente en exponer el concepto de negocio en el mercado para que los interesados se pongan en contacto con nosotros. Esto implica una inversión planificada en publicidad porque hay que aparecer en los medios adecuados y utilizar las herramientas oportunas.
Existen canales de comunicación especializados en contactar con potenciales franquiciados, son variados y ofrecen todas las posibilidades que el franquicidor precise; desde ferias de franquicias a medios de comunicación especializados como las revistas del sector o las guías anuales de franquicias; los portales de internet son otra fuente básica de consulta y una de las más eficaces. El volumen de interesados que llega por estos canales son la esencia para la expansión de la cadena de franquicia. Una buena campaña informativa, con una aparición a medida en los medios y ferias adecuadas además de la programación estudiada del proceso de expansión, genera una importante sinergia sin excesivo coste. Una buena planificación ahorrará mucho dinero a lo largo de todo el proceso.
La partida no queda aquí; mostrar el concepto conlleva que haya un gran número de interesados. En definitiva, la franquicia es el canal de expansión más efectivo que existe. No obstante hay que negociar con los potenciales franquiciados, conocerlos, gestionar y tramitar el cierre del contrato y, obviamente, todo eso también supone un cierto gasto. Una vez dentro de la red hay que empezar a trabajar. El soporte al franquiciado y su formación inicial se convierten en aspectos decisivos para conseguir que la apertura del nuevo establecimiento franquiciado consiga un buen nivel de facturación.
La etapa formativa adquiere un cariz primordial para el franquiciado para conocer todos los entresijos del negocio y obtener el máximo provecho de sus características. Esta situación requiere entrega de todas las partes y también un desembolso. Si se estructura bien esta fase puede incrementar mucho la rentabilidad de la cadena por la reducción de costes pero, sobre todo, por agilizar el ritmo de facturación de los puntos franquiciados.
Prestar apoyo a las franquicias
Una vez incorporadas a la red y con las franquicias a pleno funcionamiento, la inversión del franquiciador se centra en prestar apoyo a los franquiciados para ayudarles a facturar y que su negocio alcance la máxima rentabilidad. Es cierto que el franquiciado también hará esfuerzos pero el buen acuerdo de franquicia es aquel en que franquiciador y franquiciado colaboran estrechamente por el beneficio de ambos. Por ello hay que ofrecer el soporte necesario al franquiciado con el fin de ayudarle a crecer y a avanzar. De otro modo, con el paso del tiempo, puede acabar abandonando el proyecto al considerar que no merece la pena trabajar en una cadena para acabar haciéndolo todo solo.
Esta es la fase más peligrosa a nivel económico ya que un desembolso demasiado acotado puede provocar el abandono de franquiciados frustrados con la cadena. Esto significaría para el franquiciador tirar por la borda todo el dinero y esfuerzo invertidos anteriormente. Por otra parte, una aplicación excesiva de recursos en este sentido mermará la rentabilidad de la cadena pudiendo obligarle a tomar decisiones contraproducentes o llegar a la bancarrota.
El franquiciador tiene la obligación de ser consciente de todo este proceso, del coste que le va a suponer y que bien llevado, puede proporcionarle una red altamente rentable, activa y con franquiciados satisfechos. Por este motivo, antes de comenzar a franquiciar es importante elaborar un estudio que permita averiguar qué tendrá que invertir y cómo ahorrarse partidas innecesarias sin perjudicar el crecimiento y la estabilidad de la cadena.
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